domingo, 10 de octubre de 2010
Palabras de Pablo Ramos (escritor)
"¿Qué es lo que descubre un escritor cuando descubre que va a ser escritor? ¿Qué nombre propio le puso a ese sentimiento que tiene atornillado a la glotis? Ese que, al mismo tiempo de ser descubierto, promete una herramienta para la extirpación y susurra al oído que, pase lo que pase, digan lo que digan (tus ex mujeres, tus ex suegras, tu propia madre, tu propio padre, tus hijos) tienes que escribir, tienes que escribir, tienes que escribir. Ese sentimiento es la impotencia."
Necrófilo
A él le apetece la vida
y en ella, la vida… la vida ya ha pasado,
es su cuarto de hora
cosa vieja,
no habrá más primaveras
en su frente.
Ella es pálida-escuálida-olorosa,
de tan fría más fría que un cubito
callada calladita silenciosa
hermosamente mórbida
-asquerosa-
pero al tipo
le gustan esas cosas
tiene no sé qué fetiche
con la muerte…
y esta no es
la primera mujer
que desentierra.
MCMLXXXI
Se lo observa incansable en siestas como ésta,
cuando intenta despeinar pastos llorones
que tercos acomodan de nuevo su melena.
Invisible fuelle de los fuegos del campo,
intangible como el sueño pristino de los hombres
¿quién lo podrá frenar? ¿quién censurarlo?
¿quién amputar sus alas invisibles?
-Bendito el ojo
que haya visto
su plumaje-
Testigo mudo de bandoleros prófugos,
en su minucioso oficio de escultor
va puliendo la piedra, le da forma
haciendo arena nueva con lo que sobra.
Mantiene -en su porfía- una vana pelea
contra el médano,
en la que sólo consigue desplazarlo
hoy acá, mañana más allá, algún tiempo después
al horizonte, y de nuevo acá...
así ese ciclo que empezó antes que el hombre
y acabará después.
Revolución intangible del paisaje,
hereje algunas veces, redentor otras;
pone y saca las nubes a su antojo,
decide el dónde y hasta cuándo de las lluvias
es semí-dios / quizás semi-demonio,
o es viento y nada más... Sencillamente.
cuando intenta despeinar pastos llorones
que tercos acomodan de nuevo su melena.
Invisible fuelle de los fuegos del campo,
intangible como el sueño pristino de los hombres
¿quién lo podrá frenar? ¿quién censurarlo?
¿quién amputar sus alas invisibles?
-Bendito el ojo
que haya visto
su plumaje-
Testigo mudo de bandoleros prófugos,
en su minucioso oficio de escultor
va puliendo la piedra, le da forma
haciendo arena nueva con lo que sobra.
Mantiene -en su porfía- una vana pelea
contra el médano,
en la que sólo consigue desplazarlo
hoy acá, mañana más allá, algún tiempo después
al horizonte, y de nuevo acá...
así ese ciclo que empezó antes que el hombre
y acabará después.
Revolución intangible del paisaje,
hereje algunas veces, redentor otras;
pone y saca las nubes a su antojo,
decide el dónde y hasta cuándo de las lluvias
es semí-dios / quizás semi-demonio,
o es viento y nada más... Sencillamente.
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